El cannabis está cada vez más presente en la sociedad argentina. Avanzan leyes que lo regulan, universidades dictan carreras sobre él, y la medicina ya lo toma (casi) definitivamente como un aliado. Un informe sobre la efectividad del primer medicamento a base de CBD aprobado por la Anmat para tratar la epilepsia refractaria parece confirmar esa decisión: el 87% de los pacientes redujo sus convulsiones.
“El cannabidiol logró mejoría en pacientes que no respondían a otras alternativas terapéuticas”, considera el doctor Diego Sarasola, especialista en neuropsiquiatría y director médico del laboratorio Alef Medical Argentina. La nueva información disponible se desprende de un análisis reciente realizado en 13 instituciones médicas de Argentina referentes en la especialidad.
Aunque se trató de un estudio de farmacovigilancia –para la detección y evaluación de posibles efectos adversos de un medicamento– permitió observar efectos positivos del cannabidiol, una de las principales moléculas derivadas de la planta de cannabis, en personas que padecen epilepsia refractaria, aquellas que no responden al tratamiento con los fármacos conocidos y las dosis indicadas.
Fueron 93 las y los pacientes implicados recibieron durante seis meses Convupidiol, el primer medicamento a base de CBD o cannabidiol aprobado por la Anmat, desarrollado por el laboratorio Alef Medical Argentina. Durante este período, los médicos involucrados llevaron un control de los eventos adversos y de la frecuencia de las convulsiones.
Ahora, en el marco del Día Internacional del Síndrome de Dravet, establecido el 23 de junio para sensibilizar y dar a conocer las particularidades de este tipo de epilepsia que requiere de un control especializado, presentaron los resultados, y los calificaron como “contundentes”. El 87 por ciento de los participantes redujo sus convulsiones; un 7% no tuvo diferencias y solo un 2% aumentó sus crisis. El mínimo porcentaje restante abandonó la medicación. “El siguiente dato auspicioso es que los pacientes con respuestas favorables tuvieron una reducción en promedio de un 60 por ciento de sus episodios, llegando al ciento por ciento en algunos casos”, agregaron.
En cuanto a la seguridad del medicamento, “los efectos adversos fueron esporádicos y leves, como irritabilidad o diarrea, y estuvieron dentro de lo esperado. Los resultados también reafirman la indicación del cannabis farmacéutico para el síndrome de Lennox-Gastaut y en convulsiones refractarias secundarias a esclerosis tuberosas. Estas son las tres especificaciones de la aprobación de la Anmat”.
A diferencia de otras investigaciones, el seguimiento se realizó con menores y adultos. Este punto abre una perspectiva para las personas mayores de edad con este diagnóstico, ya que hasta el momento el uso del cannabis en epilepsia estaba focalizado especialmente en niños.
“Hoy puede decirse que el cannabidiol constituye una alternativa terapéutica en algunos pacientes donde no se lograba el control de sus crisis. Es decir, tiene efectos positivos probados en pacientes que no habían obtenido mejoría con otras alternativas disponibles”, resume Sarasola.
Las virtudes del CBD
Sobre su administración, Sarasola agrega que “hay actualmente racionalidad para pensar el cannabis farmacéutico como un agregado a otras medicaciones anticonvulsivantes. La acción anticonvulsivante no es conocida del todo pero estaría mediada por el sistema endocannabinoide -un mecanismo descubierto recientemente que está presente en todo el organismo y regula una gran cantidad de funciones del organismo- y que reduciría la hiperexcitabilidad neuronal”.
Más allá del estudio, las autoridades recalcaron que es fundamental para un tratamiento médico utilizar exclusivamente un cannabis de calidad farmacéutica, que garantiza buenas prácticas de manufacturas y estabilidad en sus fórmulas, con ausencia de impurezas y sustancias degradantes. “Dos condiciones fundamentales en productos medicinales –resume Sarasola–, además en los desarrollos con esta calidad es posible contar con la certeza sobre la dosis exacta de CBD de su contenido, dado que el efecto terapéutico dependerá de la adecuada concentración de esta molécula”.
Al mismo tiempo, tienen asegurados porcentajes extremadamente bajos de THC, con lo cual se avala la ausencia de efectos psicoactivos y sus riesgos por el uso en niños. Convupidiol presenta 100 miligramos por mililitro de CBD de máxima pureza y también cuenta con certificación GMP -good manufacturing practices o buenas prácticas de manufactura-, emitida por la autoridad europea competente.
“Los aceites artesanales, en cambio, pueden perseguir un objetivo de mejorar la calidad de vida, pero no cumplen con los requisitos de eficacia de un fármaco”, sostuvo la médica británica Helen Cross, presidente de la Liga Internacional contra la Epilepsia, durante el congreso de 2020 de esta especialidad.
“El cannabis de uso farmacéutico no debe estar disociado de cualquier otra molécula. Esto implica evidencia médica de calidad y uso para indicaciones claras y precisas”, mencionó Patricia Saidón, médica especialista en neurología y miembro del Comité Central de Ética en Investigación de la Ciudad de Buenos Aires.
El cannabis no es solo una novedad auspiciosa en el tratamiento de las epilepsias más difíciles. Se amplía a otras facetas que ayudan a la calidad de vida de la persona. “Hay estudios e indicios –concluye Sarasola– que muestran un escenario prometedor sobre otras patologías y síntomas, como algunos tipos de dolor”.
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